Estaba esperando un café
También una llamada.
Una sombría luz de verano
Cubría su boina calada.
Eran las diez, un momento fantasma
De la mañana es la hora perdida
Entre el amanecer y el mediodía.
Castigaba sus dedos con mordidas
Descabellaba sus uñas una a una;
Lo que hace la ansiedad
Y la espera de un amor potencial.
Vestía un saco café
Indumentaria más bien otoñal.
Sentía que desde entonces esperaba.
Sin sentarse hasta el infinito
Sabía que no llegaría esa llamada.
Aún así, esperaba.
Eran dos almas derramadas
Una de desesperanza en la espera
Otra, en la distracción de la vida
La pasaba bien, sin ser distraída.
Por una llamada, una manchita,
Que en su corazón dejó una flor
Promesa de un amor por venir
Que ahora quedó marchita.
Por Mauricio Julián
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