martes, 18 de enero de 2011

EL CICLISTA

Era una velocidad poco común,
Veía todo volando alrededor de mí,
Nada me acompañaba, más que el viento
y la música que emanaban mis llantas.

Esfuerzo físico hubo de haber,
entre una selva de asfalto
No hubo en mí querer,
que me aprisionara más,
que el sentimiento de ser libre,
sufriendo.

Perseguía sus ojos como si los tuviera en frente,
sabía que era hora de verla.
Quizá mis ánimos y mi aspecto
no serían los mismos,
pero grande es el sentimiento.

Gritos, rayos y explosiones me sacan del sueño,
alerta, crece mi estrés como un veneno
mis pupilas alteradas buscan una salida.
El estertor viene de todos lados.

Doy mi alma a fondo,
a fin de salvar mi cuerpo,
los pedales se han fundido a mis pies.
No puede quedar mucho tiempo.

Siento el sudor entre la espalda y el miedo
escucho uno que otro refregar de fierros;
carece de sentido una vida
en medio de una zona de guerra.

Estoy a punto de salir, creo que he escapado
siento un cuchillo en la nuca.
De ya, siento un líquido amado
y veo mi cuerpo caer indiscriminadamente,
se estira y rasga, sobre el asfalto.

Como si rodar por una ciudad llena de autos
fuera lo más preocupante
mi vida me dejaba, a medio viaje
y ni siquiera pude volver a ver tus ojos.

Qué importa ya lamentarse ahora,
Si ni para amar me quedan fuerzas.

Por Mauricio Julián

A todos los que se juegan la vida por un mundo mejor.
à M.

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